Santa Jacinda de Nueva Zelanda: una líder para estos tiempos difíciles
Pilita Clark
- T+
- T-
Pilita Clark
El jueves 16 de abril no comenzó bien para Matt Hancock. Cuando el secretario de Salud de Gran Bretaña de 41 años inició una entrevista televisiva matutina parecía una versión deprimida del economista optimista de Cheshire que se había convertido en diputado hace 10 años. Las cosas empeoraron cuando fue criticado por una serie de errores del gobierno con respecto a las pruebas de coronavirus y las fallas en los equipos de prueba. Entonces le hicieron esta pregunta: en Nueva Zelanda, donde han tenido sólo dos muertes de COVID-19 por cada millón de personas (en el Reino Unido son más de 200), la primera ministra Jacinda Ardern acaba de decir que ella y sus ministros van a tomar un recorte salarial de 20% para mostrar solidaridad con quienes están pasando por dificultades económicas debido al brote. ¿Usted también lo va a hacer?
“Bueno, no estoy proponiendo hacer eso”, dijo Hancock. “Lo que propongo hacer es trabajar todas las horas que se puedan”. Cuando le hicieron la misma pregunta, el primer ministro de Australia, Scott Morrison, respondió firmemente: “No es algo que se esté considerando”.
Lo primero que pensé fue que esto no era sorprendente. Ardern ha sido un modelo de liderazgo compasivo en esta crisis. Lo segundo que pensé fue que los demás líderes que parecen deficientes en comparación deben estar comenzando a odiarla. No es que ella sea perfecta. Antes del brote, estaba en problemas por no cumplir con una serie de planes de vivienda, pobreza e impuestos, ya que había declarado que 2019 sería el año de “implementación” de su gobierno.
También está a cargo de un país relativamente remoto y despoblado al que el virus tardó más en llegar. Y es demasiado pronto para estar seguros de su éxito final. Pero los astutos londinenses varados en Nueva Zelanda durante la crisis, y otros que recientemente se mudaron allí, confirman que hay al menos cuatro importantes lecciones de liderazgo de Ardern que merecen nuestra atención, comenzando con su poco apreciado dominio de los detalles.
Un día, durante la campaña electoral de 2017 que finalmente resultó en su primer ministerio, visitó una fábrica que producía mantas de aislamiento de fibra de vidrio. Como escribió un periodista del New Zealand Herald en ese momento, cuando le preguntaron unos días después a Ardern si podía recordar de qué estaba hecho ese tipo de aislamiento, ella dijo que incluía vidrio reciclado. ¿Qué tipo de vidrio? “Restos de vidrio de ventanas”. ¿Qué temperatura tiene el vidrio fundido cuando se calienta? “1.200 grados”. Y así sucesivamente.
El dominio de los detalles puede haber ayudado a Ardern a ofrecer una segunda lección sobre la importancia de la coordinación, que se dice que es muy evidente en su gobierno.
Comparemos eso con lo que me sucedió hace unos días cuando intenté precisar por qué las restricciones de viaje de Covid-19 del Reino Unido eran mucho más flexibles que las de otros países. El Ministerio de Salud me sugirió que contactara al Ministerio de Asuntos Exteriores. El Ministerio de Asuntos Exteriores dijo que debería contactar al Departamento de Salud o al Ministerio del Interior. El Departamento de Salud dijo que debería contactar al Ministerio de Asuntos Exteriores y al Ministerio del Interior. El Ministerio del Interior dijo que debería contactar a la Oficina del Gabinete. La Oficina del Gabinete dijo que debería contactar a la Oficina de Asuntos Exteriores y al Departamento de Salud.
La atención a los detalles y a la coordinación conduce a un tercer factor: políticas inteligentes, como el plan de Nueva Zelanda para financiar pavimentos más amplios y rutas en bicicleta para ayudar a las personas a mantenerse más separadas. O los dos canales de televisión de educación dedicados que lanzó para ayudar a la educación en el hogar. O el esfuerzo de enviar miles de computadores portátiles y materiales de aprendizaje para el hogar a los estudiantes, mientras intentan aumentar sus conexiones a Internet. Es aún mejor si, mientras haces todo esto, eres lo suficientemente honesto como para decir que habrá problemas.
“Éste es un gran proyecto complejo que se está llevando a cabo repentinamente, por lo que sabemos que llevará tiempo hacerlo bien”, dice el Ministerio de Educación de Nueva Zelanda en su sitio web. Sólo hay que comparar esto con la insistencia reiterada de otros líderes de que no se han cometido errores, una estrategia peligrosa en un momento en que la confianza pública es vital.
Las habilidades de comunicación de Ardern ya se han elogiado en esta columna. Desde entonces ha mejorado aún más, como cuando confirmó que el conejito de Pascua era considerado un trabajador esencial. Y cuando se le preguntó si se había puesto en contacto con la enfermera de Nueva Zelanda que, según Boris Johnson, lo había ayudado a sobrevivir a Covid-19, Ardern dijo que la había encontrado en Facebook y le había enviado un mensaje.
Sin embargo, el punto principal no es sólo que ella es cariñosa y una persona como nosotros. También es claramente competente en un momento en que muchos otros no lo son.